La
tristeza nos acompaña. Es aquella compañera de la alegría, van juntas, de la
mano. Se cuidan una a otra. Ellas nos guían en el andar, en el camino, en las
vueltas en esta vida, en este juego intrépido de vivir.
Al escribir sobre estas amigas de viaje las vemos en sus distintas
instancias, es la necesidad propia de hablar de ellas y con ellas. Un sentir su
presencia en nosotros, una sensación, un estado de conciencia que nos hace
pensar, observarnos y observar. Un momento, un breve o largo momento para
seguir andando.
¡Bienvenida tristeza! y gracias
por ser amiga de la alegría.