La posibilidad de escribir hace que los personajes de esta historia se expresen, y digan y sientan y anden.
Estos personajes manifiestan sus verdades, sus dudas, los dolores, los pensamientos, todo aquello que está en ellos. Sabores y sin sabores. Sentidos y sin sentidos. Cosas que les pasan y no se nombran. Broncas, angustias, alegrías, y fugaces instantes de felicidad.
Vivir, un para que, que solo tiene respuesta en estos personajes, en su vivir, en el como del vivir, en el viviendo, probando, abrazando lo que duele, lo que ellos creen que no es bueno o bueno, repitiendo muchas veces lo mismo vivido. Pero siempre con vivencias concretas, ellos afirman que las ideas parece que no son útiles sino se llevan a la práctica. La práctica, el vivir, el accionar, es la única prueba, o pareciera la única, de que una idea se concreta.
La herida les duele, y muestra la vida, quizás sea un simple dolor de huesos, una vertebra cansada, y todo se les marca en el corazón, en ese lado del cuerpo que perciben como corazón, que asocian con el dolor del corazón. Pueden ser tantas cosas que lo provoquen, ellos lo afirman.
Los personajes de mi historia así lo relatan, y yo los escucho, los escucho con la mejor atención que puedo, lo que mi propia ansiedad de la vida me permite.
