La
caricia que te doy es una necesidad de amor, es dulce y movilizante, tiene la
belleza de un atardecer frente al río.
Se hace sendero en el bosque de frondosos árboles.
Da vida al aliento de esta existencia, un instante, un sentir, un sin
dolor, ya que esa caricia se une a otro ser y allí se produce lo excelso del
encuentro, se afloja el dolor, se alegra el cuerpo y el alma, y el espíritu
bendice.
Somos con otros.
Se vive y avanza con otros.
Se ama y nos curamos con otros.
Caminamos y evolucionamos entre todos.
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